Usted y yo somos palabra de verbo fértil. Somos en ocasiones acrónimos de nosotros mismos, reducciones hacia lo simple para concretar una conjunción.
Usted y yo somos presa fácil el uno para el otro y el otro para el uno, víctimas de una ansiedad compartida.
Usted y yo resultamos ser un movimiento sísmico por continuo roce de cuerpos, somos un perpetuo golpear mutuo.
Usted y yo somos toda vez la primera vez, todo lugar silencio y todo silencio pleno de usted y yo.
Usted y yo somos cárcel de puertas abiertas, somos el delito premeditado, la culpabilidad asumida.
Usted y yo somos la voluntad que no alcanza a detenerse, el rayo que no cesa, violenta primavera.
Somos usted y yo el temor para los relojes, enemigos del tiempo y el tiempo que nos espera. ¡Cuánto tiempo hace que usted y yo somos usted y yo! Usted parece eternidad y yo me parezco a usted.
Somos peligro usted y yo, somos secreto de todos sabido y somos todos los lugares cómplices de la verdad reprimida.
Usted y yo somos instinto de libertad, inanición de moralidad, modelos para no seguir. Somos el temor de cualquier padre y la realidad del padre de todos. Somos la necesidad de necesitarnos y la necedad de esquivarnos.