Orar es hablar con Dios. Como, según Nietzsche, Dios ha muerto, nos hemos quedado sin interlocutor. Sin embargo, hemos encontrado uno nuevo en el que no hallamos tanto consuelo, pero que nos resulta muy gratificante. A él elevamos nuestra oración.
Ángel Guinda
que estarás en algún infierno,
vengan a nosotros tus versos,
hágase tu voluntad,
así en la tierra
como en el mar.
El poema nuestro de cada día
dánosle hoy,
perdónanos nuestras mierdas,
que ya veremos si nosotros
podemos perdonar a los mierdas que nos ofenden,
déjanos caer en la tentación
y no nos libres del mal,
pero ayúdanos a descubrir en qué consiste.
Amén, que significa: “Ángel Merodea Entre Nosotros”.